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Se ha dicho hartas veces que el problema de España es un problema de cultura. Urge, en efecto, si queremos incorporarnos a los pueblos civilizados, cultivar intensamente los yermos de nuestra tierra y nuestro cerebro, salvando para la prosperidad y enaltecimiento patrios todos los ríos que se pierden en el mar y todos los talentos que se pierden en la ignorancia.

Santiago Ramón y Cajal, 1 de mayo de 1922

y sobre todo prestar atención a nuestra CULTURA

La UNESCO, en el año de 1982, en la "Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales" celebrada en México reconoce que la comunidad internacional entiende que:

“...la cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias y que la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden.”[1]

Para armar nuestra Estrategia nos interesa todo lo que tiene que ver con la cultura viva:

Las manifestaciones culturales como forma de expresión procedente de todo un sistema socio-cultural – la Baja Montaña- que reflejan cada una de las formas de expresión y representación del mundo que nos rodea, a las relaciones existentes entre los vecinos de cada pueblo  de la comarca y de los pueblos entre sí; así como sus principios, ideologías, ciencia, artes, historias, mitos, creencias y religión.
Esas manifestaciones culturales que mantenemos, conservamos o tan solo recordamos a través de ritos religiosos, danzas típicas, artesanía, creencias,  música, vestimentas, tipos de alimentación y cualquier muestra folclórica.

También nos interesan  toda la actividad cultural de la Baja Montaña, esto es todo evento o reunión que organizan nuestros grupos, nuestras asociaciones, nuestras personas y que tienen que ver con la rehabilitación, conservación, preservación y cuidado del patrimonio, pero también con su animación, gestión y puesta en valor.

Por supuesto, nos interesa todo lo que tiene que ver con la creación cultural: interpretación teatral, interpretación musical, la redacción de textos teatrales, guiones cinematográficos, composición musical, elaboración de textos literarios en el formato que sea desde la poesía a los cuentos y  las novelas largas o cortas, en castellano o en euskera, la creación coreográfica, la pintura, el muralismo, la artesanía, la gastronomía, la moda, la escultura, la fotografía, la arquitectura y… por qué no la jardinería; los grabados; los cómics y los grafittis…

Y sobre todo, en la definición y el diseño de esta Estrategia nos interesan las personas que organizan manifestaciones, generan actividades, crean y recrean.

Con esta Estrategia queremos trabajar alrededor del Patrimonio Cultural de la Baja Montaña...

Y... para ello, tenemos que establecer a que nos referimos cuando hablamos de Patrimonio Cultural

“Patrimonio” es un término que procede del latín “patrimonium”. Su significado más básico se refiere  al conjunto de bienes que pertenecen a una persona, ya sea natural (cada uno de los individuos) o jurídica (un grupo, un ayuntamiento, una asociación, una empresa…).

Muchas veces se utiliza para nombrar a “lo que es susceptible de estimación económica”, aunque también puede usarse de manera simbólica.
Si nos fijamos en la composición etimológica de la palabra (la suma de “patri”-padre- y “monium” –recibido-) podríamos definir Patrimonio como “lo recibido por línea paterna”, “lo heredado del padre”. Y es que es una palabra que se emplea desde la época de los romanos. Durante la República, época del derecho romano temprano, la propiedad familiar de los patricios (palabra que también deirva de “pater”) se transmitía de generación a generación y todos los miembros de una “gens” o familia amplia tenían derecho a heredar.

Este uso original se fue extendiendo hasta referirse a los bienes y derechos a los que las personas acceden como miembros de alguna comunidad. Con el paso del tiempo, y ya a mediados del siglo XVIII-principios del XIX, el Código Napoleónico, considera que  el patrimonio  es tanto lo que hereda una persona como lo que es de propiedad; sin embargo, el patrimonio solamente abarca elementos capaces de ser evaluados monetariamente o de apreciación pecuniaria. 

A partir de aquí, muchas veces se utiliza para nombrar a “lo que es susceptible de estimación económica”.  Y también comienzan a emplearse el término con “apellidos”: patrimonio industrial, patrimonio religioso, patrimonio civil… y patrimonio cultural.

La máxima autoridad mundial en Patrimonio Cultural es la UNESCO[1], esta entidad nos explica la relación entre Patrimonio y Cultura:
“El patrimonio cultural en su más amplio sentido es a la vez un producto y un proceso que suministra a las sociedades un caudal de recursos que se heredan del pasado, se crean en el presente y se transmiten a las generaciones futuras para su beneficio. Es importante reconocer que abarca no sólo el patrimonio material, sino también el patrimonio natural e inmaterial. Como se señala en Nuestra diversidad creativa, esos recursos son una “riqueza frágil”, y como tal requieren políticas y modelos de desarrollo que preserven y respeten su diversidad y su singularidad, ya que una vez perdidos no son recuperables.
Hoy en día el patrimonio cultural está intrínsecamente ligado a los desafíos más acuciantes a los que se enfrenta toda la humanidad, que van desde el cambio climático y los desastres naturales (tales como la pérdida de biodiversidad o del acceso a agua y alimentos seguros), a los conflictos entre comunidades, la educación, la salud, la emigración, la urbanización, la marginación o las desigualdades económicas. Por ello se considera que el patrimonio cultural es “esencial para promover la paz y el desarrollo social, ambiental y económico sostenible”.
La noción de patrimonio es importante para la cultura y el desarrollo en cuanto constituye el “capital cultural” de las sociedades contemporáneas. Contribuye a la revalorización continua de las culturas y de las identidades, y es un vehículo importante para la transmisión de experiencias, aptitudes y conocimientos entre las generaciones. Además es fuente de inspiración para la creatividad y la innovación, que generan los productos culturales contemporáneos y futuros. El patrimonio cultural encierra el potencial de promover el acceso a la diversidad cultural y su disfrute. Puede también enriquecer el capital social conformando un sentido de pertenencia, individual y colectivo, que ayuda a mantener la cohesión social y territorial. Por otra parte, el patrimonio cultural ha adquirido una gran importancia económica para el sector del turismo en muchos países, al mismo tiempo que se generaban nuevos retos para su conservación.”[2]

La UNESCO reconoce que no es fácil definir y clasificar el Patrimonio Cultural, no obstante, recogiendo tanto lo que cuentan los expertos mundiales y algunos declaraciones y legislaciones internacionales[3] establece que

Patrimonio cultural

i)                los monumentos: obras arquitectónicas, de escultura o de pintura monumentales, elementos o estructuras de carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de elementos, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia;
ii)               los conjuntos: grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e integración en el paisaje les dé un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia;
iii)             los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza, así como las zonas, incluidos los lugares arqueológicos, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico, estético, etnológico o antropológico.

Patrimonio natural

i)                Los sitios naturales pueden pertenecer al patrimonio cultural, pues la identidad cultural está estrechamente relacionada con el medio ambiente natural en el que se desarrolla. Los ambientes naturales llevan la huella de miles de años de actividad humana y su apreciación es, sobre todo, una construcción cultural.
ii)               los monumentos naturales constituidos por formaciones físicas y biológicas o por grupos de esas formaciones que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista estético o científico;
iii)             las formaciones geológicas y fisiográficas y las zonas estrictamente delimitadas que constituyan el hábitat de especies animales y vegetales amenazadas, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista de la ciencia o de la conservación;
iv)             los lugares naturales o las zonas naturales estrictamente delimitadas, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista de la ciencia, de la conservación o de la belleza natural.

Patrimonio cultural y natural subacuático

 “todos los rastros de existencia humana que tengan un carácter cultural, histórico o arqueológico, que hayan estado bajo el agua, de forma periódica o continua, por lo menos durante 100 años, tales como:
i)                los sitios, estructuras, edificios, objetos y restos humanos, junto con su contexto arqueológico y natural;
ii)               los buques, aeronaves, otros medios de transporte o cualquier parte de ellos, su cargamento u otro contenido, junto con su contexto arqueológico y natural; y
iii)             los objetos de carácter prehistoric

Patrimonio cultural inmaterial

Aquellos usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas – junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes – que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Se manifiestan en los siguientes ámbitos:
a. tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo del patrimonio cultural inmaterial;
b. artes del espectáculo;
c. usos sociales, rituales y actos festivos;
d. conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo;
e. técnicas artesanales tradicionales

Bienes culturales

Los bienes, cualquiera que sea su origen y propietario, que las autoridades nacionales, por motivos religiosos o profanos, designen específicamente como importantes para la arqueología, la prehistoria, la historia, la literatura, el arte o la ciencia, y que pertenezcan a las siguientes categorías:
a. las colecciones y ejemplares raros de zoología, botánica, mineralogía, anatomía, y los objetos de interés paleontológico;
b. los bienes relacionados con la historia, con inclusión de la historia de las ciencias y de las técnicas, la historia militar y la historia social, así como con la vida de los dirigentes, pensadores, sabios y artistas nacionales y con los acontecimientos de importancia nacional;
c. el producto de las excavaciones (tanto autorizadas como clandestinas) o de los descubrimientos arqueológicos;
d. los elementos procedentes de la desmembración de monumentos artísticos o históricos y de lugares de interés arqueológico;
e. antigüedades que tengan más de 100 años, tales como inscripciones, monedas y sellos grabados;
f. el material etnológico;
g. los bienes de interés artístico, tales como:
i) cuadros, pinturas y dibujos hechos enteramente a mano sobre cualquier soporte y en cualquier material (con exclusión de los dibujos industriales y de los artículos manufacturados decorados a mano);
ii) producciones originales de arte estatuario y de escultura en cualquier material;
iii) grabados, estampas y litografías originales;
iv) conjuntos y montajes artísticos originales en cualquier material; h. manuscritos raros e incunables, libros, documentos y publicaciones antiguos de interés especial (histórico, artístico, científico, literario, etc.) sueltos o en colecciones;
i. sellos de correo, sellos fiscales y análogos, sueltos o en colecciones;
j. archivos, incluidos los fonográficos, fotográficos y cinematográficos;
k. objetos de mobiliario que tengan más de 100 años e instrumentos de música antiguos.




[2] UNESCO. Patrimonio. Nº 136  “INDICADORES UNESCO DE CULTURA PARA EL DESARROLLO” https://es.unesco.org/creativity/sites/creativity/files/digital-library/cdis/Patrimonio.pdf
[3] Como la “Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural” (1972); la “Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial” (2003); la “Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático” (2000), y la “Convención sobre las Medidas que deben Adoptarse para Prohibir e Impedir la Importación, la Exportación y la Transferencia de Propiedad Ilícitas de Bienes Culturales” (1970).